El calor extremo puede tener efectos devastadores, especialmente en los más vulnerables de nuestra sociedad. Las escuelas infantiles en Andalucía están alzando la voz para pedir cambios en los horarios escolares durante los meses de calor intenso, con el fin de proteger la salud de los niños y niñas más pequeños. Este tema no solo es relevante para las instituciones educativas, sino que también toca aspectos de salud pública y bienestar familiar.
La preocupación por la salud infantil ante el calor extremo
La Coordinadora de Escuelas Infantiles de Andalucía (CEI-A) ha expresado su inquietud sobre los efectos adversos que las altas temperaturas están teniendo en los menores de 0 a 3 años. Según la Asociación Española de Pediatras de Atención Primaria (AEPap), los niños menores de cuatro años no regulan bien su temperatura corporal, lo que los hace especialmente vulnerables a los golpes de calor. Esta situación se agrava durante los meses de verano, donde las temperaturas suelen alcanzar niveles peligrosos.
La CEI-A explica que los síntomas de sobrecalentamiento en este grupo etario pueden incluir desde irritabilidad y deshidratación hasta problemas más graves como vómitos y diarrea. Esta vulnerabilidad ha llevado a la organización a solicitar una modificación de los horarios escolares para mitigar estos riesgos.
El horario escolar actual y sus implicaciones
Actualmente, las escuelas infantiles en Andalucía están obligadas a funcionar hasta el mes de agosto con un horario que abarca desde las 7:30 hasta las 17:00 horas. Este horario ha sido objeto de debate, ya que, a pesar de los esfuerzos de las instituciones por mantener un ambiente fresco y seguro, los efectos del calor extremo son palpables. José Luis Victorio, presidente de CEI-A, ha señalado que los efectos del calor se notan diariamente, lo que genera una gran preocupación entre docentes y padres.
El hecho de que los menores salgan al exterior a las 17:00 horas, cuando las temperaturas pueden superar los 40 grados, plantea un «choque térmico» que puede resultar peligroso. Victorio se pregunta sobre la responsabilidad que recae sobre las instituciones en caso de que un niño sufra daños severos por las altas temperaturas.
Un protocolo que no protege a los más vulnerables
La CEI-A considera un “sinsentido” que el protocolo de adaptación horaria se aplique a otras etapas educativas, pero no a la primera infancia. Los menores de 3 años tienen dificultades para comunicar su malestar, lo que puede llevar a situaciones en las que un golpe de calor pase desapercibido hasta que es demasiado tarde. Este aspecto destaca la necesidad de revisar y actualizar las políticas educativas.
Además, la justificación por parte de la Administración sobre la conciliación familiar resulta insatisfactoria. No hay una diferencia significativa en las necesidades de los menores de 3 años en comparación con los mayores de 4. En un contexto en que muchas empresas han adaptado sus horarios para proteger a sus trabajadores del calor, las familias también se beneficiarían de horarios más flexibles.
Propuestas para un cambio necesario
CEI-A ha presentado una propuesta para modificar el decreto que regula las escuelas infantiles en Andalucía, sugiriendo que el horario escolar se reduzca durante el mes de julio a un intervalo de 7:30 a 15:00 horas. Esta medida no solo busca garantizar la atención socio-educativa de calidad, sino también reducir los riesgos para la salud de los niños y el personal docente.
La propuesta se fundamenta en varios puntos clave:
- Aumento de la seguridad: Menos tiempo expuesto a altas temperaturas.
- Mejora de la salud: Menos casos de deshidratación y malestar por el calor.
- Conciliación familiar: Horarios que se adaptan mejor a las necesidades de las familias.
- Calidad educativa: Entornos de aprendizaje más seguros y confortables.
Impacto del clima y el cambio climático en la educación infantil
El contexto del cambio climático también es relevante en este debate. Las altas temperaturas no solo son un fenómeno estacional, sino que cada vez son más frecuentes y severas, lo que plantea un reto para las instituciones educativas. Las proyecciones indican que las olas de calor se intensificarán en los próximos años, lo que requiere que las escuelas adapten sus políticas para proteger a los más pequeños.
Es crucial que las administraciones educativas se anticipen a estos eventos y tomen medidas proactivas. Esto no solo incluye la modificación de horarios, sino también la implementación de estrategias que aseguren que las instalaciones educativas estén adecuadamente equipadas para enfrentar condiciones climáticas extremas.
La voz de la comunidad educativa
La comunidad educativa, incluidos padres, docentes y especialistas en salud, está respaldando estas solicitudes. La sensibilización sobre los riesgos del calor extremo en la infancia es fundamental. La participación activa de las familias en este diálogo puede impulsar cambios significativos que garanticen la seguridad y el bienestar de los niños en las escuelas.
Las voces que piden un cambio en los horarios escolares son un reflejo de la creciente preocupación por la salud de los más pequeños. A medida que el clima se torna más impredecible, es vital que se amplíen los esfuerzos para crear un entorno educativo seguro y saludable. Solo de esta manera se podrá asegurar que las futuras generaciones crezcan en un ambiente que priorice su bienestar.


























